Un día en la farmacia

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Quiero recordar con vosotros una de esas anécdotas que nos pasan y que merecen que les dediquemos su momento de gloria.  Os hablaré de una en especial que me hace reír a carcajadas cada vez que la recuerdo.

Fue en una época en la que mis idas y venidas a la farmacia se convirtieron en una rutina más. Como ir a a la frutería,carnicería y con la lista de la compra en la mano.

Ponme una de ibuprofeno,2 de enantyum y 4 de omeprazol y no olvides pasarme la tarjeta sanitaria para el resto de medicamentos que tengo pautados semanalmente .

El despliegue en la pantalla era brutal y reconozco que me generaba vergüenza. Pero después de más de un año de baja por incapacidad temporal, ya era íntima amiga de una de las farmacéuticas la cual ya no se sorprendía al ver en el monitor los más de  20 medicamentos que mi médico me recetaba de forma crónica.

Pero vamos al día en cuestión…

Como de costumbre salí a buscar mis medicamentos y como siempre, en la misma farmacia. Eran cerca de las 2 del medio día  y me atendió un chico nuevo. Mi amiga parecía estar de vacaciones así que él se había quedado  al cargo mientras su jefa comía en el bar de al lado.

Me pasó buenamente la tarjeta  varias veces haciendo pucheros extraños y a la cuarta, tuve que decirle:

-Tranquilo,  no hay ningún error en lo que ves. Tengo pautados muchos medicamentos…

Su cara pasó por una infinidad de colores. Verde,azul,amarillo,rojo…y juro que no quería reírme de ninguna de las maneras pero esbocé una sonrisa y agaché la cabeza para no acabar riendo a carcajadas por la expresión de su cara. El muchacho añadió con vergüenza

-Hoy es mi primer día … y  mi primer trabajo. Tardaré un poco…- dijo con vergüenza

Traté de tranquilizarle y lo dejé a su aire mientras yo fingía mostrar interés en unos dentífricos. Pensé que quizás le llevaría más tiempo pero no que no supondría una odisea hacer click sobre cada medicamento en pantalla. Pero ahí fue cuando se desencadenó una serie de catastróficas desdichas…

La teoría….4 cajas de Tryptizol,  2 de Palexia, 2 de Omeprazol, 1 de diazepam, 2 de codeína, 6 cajas de ampollas de hierro, 2 cajas de  vitamina C y un montón más que ni recuerdo. Tan solo sé que cada  mes salía con dos bolsas llenas.

117260-944-550

Esa farmacia, es de las que posee un sistema automatizado que  al confirmar el medicamento  cae por una especie de tobogán que proviene del piso de arriba y se  deposita  justo al lado de la caja.

El chico no paraba de clickear pero se me antojaba más  ruido de lo normal en ese tobogán. Parecían estar cayendo 20 cajas a la vez. El ordenador empezó a  pitar y la gente se aglomeraba detrás de mi intentando averiguar qué pasaba.

La montaña de cajas de medicamento era espantosa. Lo peor de todo es que todas eran de Diazepam . Había al menos 25 cajas amontonadas, y seguían cayendo.

Tras varios segundos el chico desesperado cogió el teléfono mientras yo hacía casitas con las cajas sobre el mostrador para evitar que cayeran al suelo. Siento una mano en mi hombro…

-Hija mía,  ¿tienes que tomar todo eso? – me dijo una señora con pinta de alcahueta elevada al cuadrado

-Yooo…no… !todo eso no! – respondí avergonzada

El ordenador entró en un bucle de pitidos que eran insoportables para el oído humano. El dependiente, entrando en Defcon  3 de ansiedad aguda…alzaba las manos llevándoselas a la cabeza.

-¡No sé que hacer! – gritó en alto.

Mi instinto de informática me hizo asomar para ver que ocurría en la pantalla. Por algún motivo, multiplicó por 35 en cada artículo en el que tenía que hacer el dichoso click , lo cual provocó un conflicto de fallos en bucle en su software al no constar esas cantidades en mi tarjeta.

Pero eso no fue todo, su sistema acabó colapsándose por la cantidad de fallos que daba y  acabó por expulsar todo el stock que tenían en farmacia de cada uno de los medicamentos que había marcado de mi tarjeta.

Le pregunté si tenía idea de cual era el stock de cada medicamento y el pobre rompió a llorar, por lo que imaginé que muchas. Íbamos a estar ahí hasta el año 2050.

Para su suerte, la jefa entró corriendo al ver su llamada.

Miro la pantalla y se unió a el con las manos a la cabeza. Yo seguía esperando con cara de situación y apilando cajas. Me tomé incluso la molestia de alinearlas todas en posición y que se viera el nombre de frente y el código de barras a la derecha.

Cuando la máquina terminó de expulsar diazepam…ya había sido necesario el uso de una caja de cartón del tamaño  de un microondas.  El ordenador cesó de pitar y le dije:

-¿Me pasas de nuevo la tarjeta  o prefieres que me vaya? – yo y mis peculiares formas de ayudar

Me miró aterrado. Aún con lágrimas en los ojos y con las mejillas como dos fogones industriales, procedió cuando su jefa con cara de ogro asintió con la cabeza.

Con suma cautela, fue haciendo click de un modo pausado y acentuado, como diciendo «uno de éstos», «solo uno»…y fue cayendo caja tras caja al ritmo correspondiente. De nuevo se lleno el mostrador aunque esta vez  era lo correcto. A excepción de una cosa…

-Faltará el diazepam… – dijo serio el chico

– ¿ Me tomas el pelo? ¡Pero si tienes un millón de cajas aquí! – dije efusiva

-Si, pero según el stock consta como todo vendido, por el error de antes. Así que ahora me dice el sistema que no hay y no te lo puedo dar – tras un silencio,  tragó esperando mi respuesta

-Pues añade 1 al stock ,  luego pasa la tarjeta y me lo das – dije lentamente para que fuera capaz de procesar la información

-No tengo autorización para hacer eso – dijo sin hacer contacto visual , no sé si por vergüenza o por miedo al ver mi expresión

El muchacho empezó a descomponerse otra vez y las lágrimas amenazaban con desparramarse por sus mejillas, así que para no complicar más la situación le dije que iría otro día. De nuevo esa mano en mi hombro…

– ¿Falla mucho el ordenador no? – la alcahueta volvía a la carga

– Ésta vez no ha fallado señora – dije sin mirarla

-¿Entonces te tomas todo eso? – me preguntó de nuevo y con el volumen demasiado alto

Me miraba con una cara que no sé ni como describir, no soy de dar explicaciones pero aquel personaje con su carro de la compra lleno de verduras esperaba alguna respuesta más.

-Tengo varios problemas de salud señora. Y de momento necesito todo ésto – dije un poco seca con media sonrisa

-¿Y qué tienes? – no se cansa la mujer y yo no tenía ganas de contar mi vida a una completa desconocida

He de decir que me pensé varias veces si debía nombrar cada uno de mis problemas pero finalmente opté por elegir la más peliaguda,  que aunque no era la causa de mis problemas, es una enfermedad con nombre raro como lo es la enfermedad en si.

– Tengo Chiari señora… – dije mientras la ignoraba y pagaba al chico

Le sonreí y esperé a que el datáfono diera el aceptado a aquella estrepitosa cuenta  de química insana que me dejaba la cuenta tiritando .

-Ahhhhh  vaya si, si…qué mala suerte!  con lo joven que eres…- dijo la alcahueta a mis espaldas

Y lo dijo de un modo tan peculiar que  me hizo creer que sabía de lo que hablaba por lo que tuve que preguntar por pura y dura curiosidad.

– ¿Conoce la enfermedad?

– Claro, la Chari, mi vecina del 2º…está mal y toma todo eso para su problema con la depresión…la pobre no tiene remedio.

Se me cayeron las bolsas de los medicamentos al suelo. Me giré con la boca tan abierta que entraba un tráiler…

-Señora he dicho Chi-ari , no Chari.

-Claro, la mujer del mecánico de aquí al lado ¿ la conoces?

Cerré los ojos con fuerza y me marché riendo por no incendiar la farmacia con aquella mujer dentro.


 

 

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Lupe

    Sin comentarios, bueno siii, me parto…….😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂😂

    1. admin

      :D ajjajaaj

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